miércoles, 11 de agosto de 2010

Tu tumba se abre mañana

Debry, Peter, Tu tumba se abre mañana, Archivo secreto, nº 73, Bruguera, Barcelona, 1965, portada de Provensal
Espléndida novela de ambientación parisina y de clara influencia francesa donde se plantea una historia de redención personal enmarcada en un entramado narrativo donde confluyen policías, periodistas, asesinos y rateros de poca monta.
Una banda atraca con éxito un banco; el grupo lo dirige el corso Victor Damiano y lo integran dos peligrosos y sanguinarios hermanos bretones, los Kerval, y, haciendo funciones de conductor, Victor Montan. El perfecto atraco despierta el interés del periodista Yves Brejac quien mantiene lazos de colaboración profesional con la policía, especialmente con el inspector Leclos. Los atracadores mantienen tensas relaciones entre ellos pues los hermanos Kerval disfrutan humillando a Montan; éste, que acepta la situación, está enamorado de la bella y casta Catia, a quien hace creer que es un corredor automovilístico; algo de ello es cierto pues lo fue hasta que fue expulsado de los circuitos tras amañar una carrera en la que murió, por su culpa, aunque accidentalmente, su amigo el irlandés O’Keefe.
La banda plantea un nuevo atraco pero, de modo accidental, Damiano muere al disparársele la pistola; Montan quiere dejar la ciudad de París pero al intentar robar un coche es detenido por la policía; el inspector Leclos, aunque no tiene pruebas, sospecha que formaba parte de la banda de Damiano y decide retenerlo en prisión pero Montan, tras suplantar la personalidad de un clochard, consigue escapar. Leclos busca la colaboración de Brejac quien organiza una campaña de prensa para buscar al que ya se considera peligroso criminal; al leer Catia la verdadera historia de Montan decide cortar su relación. Éste, desesperado, se presenta por sorpresa en casa de Brejac y le cuenta su verdadera historia pidiéndole que rectifique la información sobre la muerte de O’Keefe pues el periodista había explicado que Montan había sido el causante voluntario de su muerte. Entre Montan y Brejac nace una sincera amistad que lleva a éste último a que interceda por él delante del inspector Leclos. Mientras tanto, Montan entra en contacto con unos raterillos a los que propone un golpe en el que obtener pingües beneficios; Rudy, Zarco y la bella Nita -con la que Montan se acuesta- aceptan y el golpe se convierte en un atraco perfecto.
La vuelta de Catia sitúa a Montan en una tesitura complicada pues ella acepta su amor si él decide abandona el crimen; debatiéndose en un mar de dudas, acostándose con bellas mujeres y hablando con Brejac, se plantea volver a la vida normal pero un nuevo golpe de los Kerval, que acaba con Leclos gravemente herido, lleva a Montan a una situación límite. Si muere el inspector asume, por amistad con Brejac, que deberá ajustar las cuentas a los bretones. Leclos muere y el periodista y Montan deciden ir a la guarida de los Kerval a quienes, tras un intenso tiroteo, consiguen eliminar. Montan queda gravemente herido pero al final se descubre que Leclos no había muerto sino que todo había sido una falsa información de la policía para detener a los Kerval. Nada salió como las fuerzas de orden público habían querido pero finalmente Leclos se cura, Montan sana y decide devolver todo el dinero robado y entregarse a la justicia. Su voluntad de redención atenúa la pena -a ello ayuda la declaración de Leclos- y tras una breve estancia en la cárcel es liberado; con la recompensa recibida por retornar el dinero decide empezar una nueva vida con Catia.
A lo largo de toda la novela va sonando en la cabeza de Montan la balada de Tom Dooley, una canción folk de la época donde constantemente se recuerda “vas a morir mañana”, de ahí el título de la novela. Ésta canción se convierte en aviso trágico que persigue al héroe que al final se cumple, aunque el obligado final feliz restituya el orden. Este aire trágico, la complejidad del protagonista, el magnífico retrato de los arrabales parisinos y el impulso de redención que acompaña toda la novela la convierten en una pieza admirable. Excelente resulta el retrato de personajes con ese triángulo formado por el irregular periodista sensacionalista, el noble policía y el delincuente honrado; Montan es un gran personaje, un hombre abrumado por su pasado como conductor de bólidos, elevado por su amor a Catia y arrastrado por el remolino de los acontecimientos que le lleva a convertirse en un criminal aunque siempre gobernado por un impulso de nobleza y generosidad que le permitirá la redención final.
Para escuchar la canción de Tom Dooley en la célebre versión de The Kingston Trio, verdadero anuncio trágico que nos recuerda la coplilla de El caballero de Olmedo de Lope de Vega, se puede ir a http://www.youtube.com/


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